Hace días acababa mi post "Ratones y ratonas de biblioteca" con una frase de Karen G. Schneider ("las bibliotecas tienen que ver con la gente, no con los libros") que cobra un nuevo sentido con la ‘economía de la atención’ y la extensión de la web 2.0. Internet y las tecnologías han conducido a una sobreabundancia de información que hace inútil el tradicional empeño de coleccionar documentos que originó las bibliotecas. Debido a ello las bibliotecas se enfrentan al problema de seguir siendo relevantes dentro, como indica Karl Bridges (1), profesor y bibliotecario de la Universidad de Vermont, de una 'economía de la atención' en la que lo importante no es tanto la gestión de la información que poseemos/coleccionamos, como lograr captar la atención de la gente.
Hasta ahora bibliotecas y bibliotecarios hemos tendido a enfocarnos a los libros, a su organización y a administrar los derechos y deberes con los que tratamos de ordenar el acceso de los usuarios a los mismos. Practicábamos el 'librocentrismo'. Sin embargo, la sobreabundancia de información (y de libros) [aconsejo la lectura del estudio How much information? de la Universidad de Berkeley] nos coloca ante la situación que describió el Nobel de economía, Herbert Simon: "la riqueza de información crea pobreza de atención".
Hasta ahora bibliotecas y bibliotecarios hemos tendido a enfocarnos a los libros, a su organización y a administrar los derechos y deberes con los que tratamos de ordenar el acceso de los usuarios a los mismos. Practicábamos el 'librocentrismo'. Sin embargo, la sobreabundancia de información (y de libros) [aconsejo la lectura del estudio How much information? de la Universidad de Berkeley] nos coloca ante la situación que describió el Nobel de economía, Herbert Simon: "la riqueza de información crea pobreza de atención".
¿Qué podemos hacer para gestionar la atención? La clave nos la da Alfons Cornellá (2) en su libro Futuro presente [repleto de nuevas y sugerentes ideas]: en lugar de preguntarnos ¿qué hacemos bien? debemos interrogarnos acerca de ¿qué sabemos hacer bien?; es decir, descubrir/redescubrir lo que mejor sabemos hacer y tratar de explotarlo a la hora de afrontar los retos que se nos presenten (en este caso captar la atención de la gente). OK... ¿Y qué sabemos hace bien las bibliotecas?: prestar, organizar...
En el blog de Santi García (post “¿Y tú que quieres ser de mayor?”) se hace referencia al post “Three new jobs you might want to consider” del blog de Seth Godin. Según este gurú del marketing, las empresas con negocios online deberían contar con tres nuevas profesiones: community organizer, stats fiend y manager of freelancers (o, según traducción del propio S.García ‘organizador de comunidades’, ‘fanático de las estadísticas’ y ‘gestor de freelancers’). De acuerdo con Godin, el ‘community organizer’ - que es el que ahora más me interesa - se dedicaría a encontrar, conectar y liderar una "tribu" de usuarios que a la vez que se benefician de la actividad de la empresa, contribuyan a la misma.
Esta figura no es del todo nueva para los bibliotecarios. Hace un par de años, en Library 2.0, An academic's perspective, Laura Cohen, bibliotecaria de la Universidad de Albany, escribió un post, “Ten New Positions I'd Like to See”, que proponía la creación, entre otros, del "social newtorking support librarian” que “assists students with their research on third-party social networking tools, including use of IM and chat rooms. Promotes library resources and services on these networks. Mounts library podcasts, videos, photos, presentations and other documents on social networks. Works with reference librarians and bibliographers to set up collections of topical bookmarks on social bookmarking sites. Tracks developments in social tools, and promotes and recommends their use to faculty, students and colleagues. Provides training on the use of these tools”.
Ambas propuestas nos deben hacer pensar en las posibilidades que ofrecen las tecnologías de la web 2.0 para captar la atención de la gente. Por ejemplo, haciendo de las bibliotecas “organizadoras de comunidades” en torno a los recursos de información que adquieren, contratan o localizan. Con ello desplazaríamos nuestro centro de actividad hacia la gestión de la atención de los usuarios. Joyline Makani, bibliotecaria de la Universidad de Dalhousie (Canadá), lo tiene claro: ya que en la economía de la atención no basta con hacerlo mejor que otros, la supervivencia de las bibliotecas reside en “realizar actividades diferentes que los competidores o actividades similares de forma diferente”. El cimiento de esa diferenciación son nuestros propios usuarios y consiste en nuestra forma ‘diferente’ de organizar y gestionar las comunidades o 'tribus' de usuarios que seamos capaces de crear en torno a la biblioteca.
(1) K. Bridges, "Librarians and the Attention Economy", Libray Philosophy & Practice, 10, 1 (2008)
(2) A. Cornellá, Futuro presente, Deusto, 2006
(1) K. Bridges, "Librarians and the Attention Economy", Libray Philosophy & Practice, 10, 1 (2008)
(2) A. Cornellá, Futuro presente, Deusto, 2006
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