A finales del siglo XIX, aprovechando su condición insular, Gran Bretaña practicó una política exterior basada en la doctrina del ‘splendid isolation’ (aislacionismo espléndido) consistente en eludir las alianzas permanentes con las potencias europeas, inhibirse de los problemas del continente y centrarse en la administración de su imperio colonial.
No es infrecuente oír voces que tildan a las bibliotecas de ‘islas’ (o incluso de ‘bunkers’) dentro de las universidades, es decir, de aislacionistas. En un artículo (1) que ya cité en otro post, lamentan sus autores que “la biblioteconomía universitaria tradicional haya fomentado bibliotecarios que ven a la biblioteca como un problema de los campus, en lugar de ver a los campus como el problema de la biblioteca”. ¿Practican las bibliotecas universitarias la doctrina del ‘splendid isolation’? Puestos a pensar, puede que esa propensión a la insularidad tenga que mucho que ver con el convencimiento de muchos bibliotecarios de que casi todo escapa a su control; lo que Maurice B. Line llama el síndrome del SESDAT, "somebody else should do something about them" (2).
Aun reconociendo los efectos negativos de ese presunto aislacionismo de las bibliotecas, es posible que, en ocasiones, resulte hasta beneficioso. Así al menos invita a creer el artículo de Lozeau, Langley y Denis, ”The corruption of managerial techniques by organizations”(3). Para estos investigadores, las organizaciones públicas, con objeto de aumentar su legitimidad, ceden a la presión por adaptar las técnicas del management privado aun cuando su idoneidad sea más que dudosa. En concreto investigan este fenómeno con relación a la planificación estratégica y la gestión de la calidad en los hospitales públicos canadienses (si bien sus conclusiones son trasladables a la situación que viven las bibliotecas universitarias a raíz de la instauración de las políticas de evaluación de la calidad).
Desde que dedicara a ello su tesis doctoral, Daniel Lozeau, profesor de la ENAP de Québec, se ha prodigado en investigaciones y reflexiones sobre los problemas de la aplicación de la gestión de la calidad (GC) en el medio hospitalario. Recomiendo la lectura de dos breves artículos que - no sé por qué - suenan familiares: “Quand la gestión de la qualité devient un rituel” (2000) y “Le difficile enracinement d’une nouvelle forme de contrôle de gestión: la gestión de la qualité dans le secteur hospitalier” (2006).
En ”The corruption of managerial techniques by organizations”, Lozeau y sus colaboradores afirman que la adopción por las organizaciones públicas de métodos de la gestión privada provoca la corrupción de dichas técnicas, que pierden su sentido y acaban por no tener ninguna influencia real sobre la mejora de la gestión. Así, estudian el caso de los hospitales canadienses cuyos programas de GC se introdujeron en respuesta a las presiones institucionales del Canadian Council for Hospital Accreditation (CCHA). Muchos hospitales adoptaron la GC para satisfacer al CCHA en lugar de hacerlo para satisfacer a unos clientes que, como dicen los autores, en el sistema hospitalario público tienen un poder escaso. En lugar de enfocarse al cliente se enfocaron al CCHA, con lo cual la GC se centró más en documentar los procesos que en acciones de mejora de la atención sanitaria.
Según Lozeau, Langley y Denis, la incompatibilidad de las técnicas de gestión privada con la gestión de las organizaciones públicas, hace que existan cuatro ‘estrategias’ de implantación dirigidas a salvar ese ‘gap’ de compatibilidad: la estrategia de loose coupling o acoplamiento débil (la adopción de la GC es superficial y queda como un mero ritual), la corrupción (se modifica la GC para que encaje en la realidad de la organización), la customización (tratar de adaptar la GC sin transformar la organización) y la transformación (cuando la GC se usa para transformar la organización). Si lo trasladamos al entorno bibliotecario ya cabría hacerse una primera pregunta: ¿cuál de estas ‘estrategias’ es la que subyace a la ‘apuesta’ por la GC en las bibliotecas universitarias?
En el único caso de éxito en la introducción de la GC que encontraron los autores (es decir, la calidad en clave de transformación o de customización) coincidieron varias condiciones comenzando por la implicación del máximo responsable de la unidad con la GC (si bien, por una causa nada altruista: la persona en cuestión vio en la promoción de la calidad una oportunidad de hacer carrera y elevar el bajo estatus de su puesto, así como de mejorar la autoestima del personal que trabajaba en la unidad). Junto a ello citan: el que ocurriera en una unidad organizativa cuyo funcionamiento se parecía más a una empresa, contar con un jefe con una clara autoridad jerárquica y ser una unidad con clientes internos pero sin proveedores internos significativos (algo, a mi juicio, decisivo). El éxito, como dice Lozeau, se debió a que dicha unidad “era una isla dentro de una organización que no había integrado realmente la filosofía [de la calidad]”, una ‘quality-driven island’.
Hasta aquí la investigaciones y conclusiones de Lozeau et al. sobre una situación con bastantes paralelismos con lo que ocurre en las bibliotecas universitarias:
- la GC suele llegar impuesta ‘desde arriba’ y pocas veces, por presión, de los clientes/usuarios,
- suelen contar con directores/as con cierta jerarquía que, “si están por la labor” (intereses intrínsecos o extrínsecos), pueden hacer mucho por el éxito de la iniciativa,
- las bibliotecas con frecuencia funcionan como ‘islas’.
- las bibliotecas con frecuencia funcionan como ‘islas’.
Es posible que los obstáculos al éxito de la GC (es decir, a su potencial para transformar/mejorar la gestión) procedan de: a) el profesionalismo mal entendido (o, en otros términos, el predominio de la calidad técnica) y b) la dependencia (estructural) de multitud de proveedores internos. A este último respecto transcribo el certero comentario que mi amigo Joan Ramón Gómez Escofet, Director de la Biblioteca de la Universidad Autónoma de Barcelona, hizo en Blogdabiblio sobre las dificultades de la implantación de la GC en la biblioteca: “comprender y hacer comprender que la calidad del servicio de biblioteca no depende exclusivamente de la profesionalidad de su personal, sino también de la profesionalidad y compromiso de otros servicios universitarios que son proveedores internos y de los cuales somos clientes cautivos…”. Más claro agua…
¿Son las bibliotecas universitarias unas quality-driven islands? ¿Deben, por eso mismo, perseverar en su splendid isolation?
(1) S.Elteto and D.G.Frank, “The Politics of Survival in The Postmodern Library”, portal: Libraries and the Academy, 3, 3 (2003)
(2) M.B. Line, “Librarianship as it is practiced: a failure of intellect, imagination and initiative, Interlending & Document Supply, 33, 2 (2005).
(3) D.Lozeau, A.Langley, J.-L.Denis,”The corruption of managerial techniques by organizations”, Human Relations, 55, 5 (2002)
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