miércoles, 16 de noviembre de 2011

Los costes de la educación superior (cuando ruge la marabunta)


Como cualquier sector de la actuación pública, la educación superior experimenta hoy graves problemas de financiación y no parece posible que la solución sea aquello que dijo Woody Allen de que "arreglar los problemas económicos es fácil, lo único que se necesita es dinero"... Hay que contener los gastos, ser más cautelosos con planes y presupuestos, y más eficientes con el gasto. En su libro Las reglas del juego, Jorge Juan Fernández cita la Ley de Bok que proporciona una argumento corto y claro en apoyo del mantenimiento de los niveles de financiación de la educación: "si crees que el conocimiento es caro, prueba con la ignorancia". Desgraciadamente con frases ingeniosas y/o brillantes no creo que vayamos muy lejos.

Por el blog Plinius, del bibliotecario noruego Tord Høivik, he tenido noticia del interesante y conciso análisis que hace un profesor de la University of Southern California, Lloyd Armstrong, de los elevados costes de la enseñanza superior en su país. Aunque optimistas y casticistas puedan decir que esto no tiene por qué ocurrir aquí, ya el propio Høivik reconoce que lo mismo sucede en su país ("sounds like Norway...)". Insisto en que me parece un análisis muy interesante, y si bien no quiero ahorrar a nadie su lectura (aunque está en inglés, es bastante breve), sí que me permito entresacar algunas ideas (no todas)...

lunes, 14 de noviembre de 2011

Más que medallas: en defensa de "la calidad", "las isos" y la RSC

En la Biblioteca de la UVigo, este año el otoño está siendo particularmente intenso con respecto a auditorías de nuestros sistemas de gestión bajo ISO 9001 (calidad) e ISO 14001 (medioambiente).  Por mi propia experiencia y la ajena, sé que eso de "la calidad" y "las isos" no suscita gran entusiasmo entre la mayor parte del personal de las organizaciones públicas; sobre todo entre quienes trabajan en las unidades en las que se implantan [el otro día, una persona de la biblioteca, me preguntaba quejumbrosa a propósito de la decisión de la universidad de implantar la 14001 en la biblioteca: "¿por qué nos toca siempre a nosotros?"]. Aunque con relación a estas iniciativas los disidentes son los menos (y los entusiastas más bien pocos), hay muchos que están en el sector de los que Olivier Boiral llama "integradores ceremoniales o rituales": personas que ven todo esto como algo superfluo, engorroso y, en el mejor de los casos, como una simple medalla a colgarse por la institución.  Según Boiral, para los integradores ceremoniales las certificaciones ISO responden a presiones externas, tienen poca relevancia interna y no dejan de ser un fin en sí mismo con propósitos puramente comerciales o de marketing (1, 2). De este modo, aunque las aceptan, lo hacen de manera superficial, diríamos que ritual.  Viene todo esto al hilo de un par de posts que he leído este fin de semana en dos de los blogs que sigo habitualmente...

domingo, 9 de octubre de 2011

GdC: la toma de decisiones

"La gente no aspira a tomar la mejor opción; quiere evitar una mala decisión", dice Harry Beckwith en Venda lo invisible, Pearson, 1998.

sábado, 1 de octubre de 2011

Just-in-time, just-in-case y just-in-bieber


Una de las recetas para hacer frente a las dificultades presupuestarias de las bibliotecas es basar la política de adquisiciones bibliográficas en una orientación just-in-time frente a la tradicional del just-in-case (o, como rimbombantemente dicen algunos, de "compra en previsión de demanda"). Cabe pensar que este planteamiento resulta más adecuado en las bibliotecas universitarias en las que en buena medida la selección de los fondos reposa en los propios usuarios (especialmente en los docentes e investigadores). De hecho - y por poner un ejemplo reciente - el informe 2010 top trends in academic libraries del ACRL citaba como primera de las diez tendencias el paso a una filosofía just-in-time en detrimento de la just-in-case a causa de las reducciones presupuestarias, la preferencia de los usuarios por los recursos-e, las limitaciones del espacio físico y la imposibilidad financiera de mantener colecciones amplias. Just-in-case, just-in-time... y, ahora, también "just-in-bieber".

En su breve artículo "The Justin Bieber Effect: Why small business technology costs more than you think", el empresario y consultor Gene Marks acuña el concepto de "efecto Justin Bieber" (en referencia al cantante adolescente de gran éxito entre el público juvenil) que consiste en que la tecnología siempre cuesta más de lo que inicialmente se piensa. Para ilustrarlo pone varios ejemplos como el cambio de teléfono móvil o los servicios de posicionamiento SEO, e incluye uno sobre el cantante que es el que da nombre al efecto. Dice Marks que tras descargarse una canción del joven intérprete por una módica cantidad de 1 dólar, acabó por comprarse el album entero y, ahora, siente una necesidad incontenible de asistir a un concierto en directo que le costará 150 dólares... Damn you, Justin Bieber! (¡Maldito seas, Justin Bieber!), exclama Marks en su artículo. La conclusión es que la tecnología siempre cuesta más de lo anunciado, de modo que "si usted va a comprar tecnología para su pequeño negocio, tenga en cuenta que va a pagar más de lo que le han dicho. Es el efecto Justin Bieber"...


jueves, 22 de septiembre de 2011

Innovar en defensa propia


La reciente jornada extraordinaria de REBIUN celebrada en Madrid el pasado 16 de septiembre dentro del proceso de elaboración de su III Plan estratégico, fue inaugurada con una conferencia de Lluis Anglada, director del CBUC, titulada "Si esto es un nuevo paradigma, ¿dónde quedan las bibliotecas?: externalización, cooperación y alianzas en tiempos de cambio". Fue bastante interesante, a la par que breve (lo bueno si breve...), y hay que reconocer que dejó caer algunas ideas cuando menos sugerentes. En un determinado momento de su intervención, Anglada dijo textualmente que "hoy es posible imaginar un mundo sin bibliotecas", una afirmación que conduce a pensar que bibliotecas y bibliotecarios deberíamos, en defensa propia, apresurarnos a revisar nuestra función y formas de hacer. A partir de esa constatación la conferencia hizo un llamamiento a la innovación...


jueves, 21 de julio de 2011

GdC: Arriesgarse a cambiar


Al poco de llegar a mi último destino, y tras comprobar que mi bagaje de experiencia en otras instituciones tenía una aplicación limitada, colgué de la pared de mi despacho un folio con una frase que tomé de unos apuntes de un curso sobre dirección que encontré rodando por casa: "si siempre haces lo que siempre has hecho, siempre obtendrás lo que siempre has obtenido: más de lo mismo". No he conseguido saber quién dijo esto (parece que es una frase anónima). Para mí ha sido un recordatorio permanente de la necesidad de cambiar. El folio sigue ahí, pegado a la pared amarilleando día tras día. Pero no me atrevo, no ya a quitarlo, sino ni tan siquiera a renovarlo.

Hace un par de días leí en Marca un artículo que comentaba cosas sobre Guardiola, el entrenador del Barça, e incluía, entre otras, una frase pronunciada por el gran Pep: "no hay nada más peligroso que no arriesgarse"....

Cambiar, arriesgarse... OK, pero ¿cuándo?, ¿cómo? La respuesta en otra frase, en este caso de Tomás Moro: "Dios, ayúdame a tener fuerza para cambiar las cosas que puedo cambiar, para soportar las cosas que no puedo cambiar, pero, sobre todo, dame inteligencia para comprender la diferencia".

miércoles, 29 de junio de 2011

¡Pintan bastos!


Después de mi silencio autoimpuesto, reanimo mi blog. El otro día aparecía en algunos diarios un artículo ("Un país sin bibliotecas") que se hacía eco de la dificil situación que atraviesan las bibliotecas públicas en EE.UU., hasta ahora el paraíso de los bibliotecarios. Según la entradilla del artículo, las bibliotecas públicas son una especie en peligro de extinción. Todavía en estado de "article in press" un editorial (1) de Rick Anderson, bibliotecario de la Universidad de Utah, también advierte de la crisis de las bibliotecas universitarias a causa de tres tendencias: que la percepción de los usuarios determina el futuro de las bibliotecas mucho más que la realidad (perception matters more than reality), que los usuarios son cada vez más autosuficientes y el hecho de que el valor que no se valora, no resulta valioso (value that is not valued is not valuable). En opinión de este bibliotecario "muchas de las funciones y estructuras a las que nos aferramos tienen un papel marginal en la vida real de los usuarios". Como muestra de ello apunta que la masiva utilización de las bibliotecas por los estudiantes tiene que ver sobre todo con que las bibliotecas son el lugar de estudio más espacioso, confortable y mejor equipado del campus.


El final del editoral de míster Anderson resulta demoledor: "seguimos gozando del respeto - y hasta de la veneración - de los profesores y el personal de administración, y el apoyo a la biblioteca se sigue invocando gravemente como un cimiento de la seriedad académica. Sin embargo, las bases sobre las que se erige ese apoyo se han ido erosionando durante las dos últimas décadas: el apoyo a la biblioteca a la vieja usanza (principalmente financiando la acumulación de grandes, pero fatalmente limitadas, colecciones seleccionadas con arreglo a las especulaciones de los bibliotecarios sobre las necesidades futuras, y contratando grandes cantidades de capacidades de bibliotecarios cuyos servicios son cada vez menos demandados por los investigadores) no resulta sostenible en el entorno actual. A menos que proporcionemos a nuestros organismos financiadores mejores y más convincentes razones para sostener a las bibliotecas, éstos se verán forzados por la situación económica a dejar de hacerlo (o a dejar de hacerlo como hasta ahora)"...