A finales del pasado mes de diciembre, Santiago Íñiguez, decano de la IE School Management, publicaba un artículo en Times Higher Education en el que, a propósito de los previsibles recortes presupuestarios a padecer por la educación superior, exhortaba a las universidades europeas a tomar como modelo ("as a reference point") a sus homólogas americanas. Sin embargo, como vimos en el post anterior, no parece que sea oro todo lo que reluce en la educación superior estadounidense y las dificultades financieras de sus universidades son también notables. A este respecto, vuelve a la carga en su blog el profesor Lloyd Armstrong con los problemas de financiación de esas universidades que deberían ser nuestro punto de referencia: Cost and price in higher education, again. En la base, el desajuste entre los elevados costes de las universidades (americanas) y sus insuficientes ingresos (lo mismo que, según Íñiguez, ocurre en las universidades europeas hasta el punto de comprometer la sostenibilidad del sistema universitario público). En su nuevo post, el profesor se hace eco del informe Disrupting College (publicado en febrero de 2011) del que es autor, entre otros, el gurú Clayton M. Christensen, el creador del concepto de "innovación disruptiva". Si bien el informe puede suscitar dudas, matizaciones y discrepancias, lo que me interesa de él, así como del post de Armstrong, es dejar recogidas aquí en BAING un par de ideas...
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viernes, 13 de enero de 2012
miércoles, 16 de noviembre de 2011
Los costes de la educación superior (cuando ruge la marabunta)
Como cualquier sector de la actuación pública, la educación superior experimenta hoy graves problemas de financiación y no parece posible que la solución sea aquello que dijo Woody Allen de que "arreglar los problemas económicos es fácil, lo único que se necesita es dinero"... Hay que contener los gastos, ser más cautelosos con planes y presupuestos, y más eficientes con el gasto. En su libro Las reglas del juego, Jorge Juan Fernández cita la Ley de Bok que proporciona una argumento corto y claro en apoyo del mantenimiento de los niveles de financiación de la educación: "si crees que el conocimiento es caro, prueba con la ignorancia". Desgraciadamente con frases ingeniosas y/o brillantes no creo que vayamos muy lejos.
Por el blog Plinius, del bibliotecario noruego Tord Høivik, he tenido noticia del interesante y conciso análisis que hace un profesor de la University of Southern California, Lloyd Armstrong, de los elevados costes de la enseñanza superior en su país. Aunque optimistas y casticistas puedan decir que esto no tiene por qué ocurrir aquí, ya el propio Høivik reconoce que lo mismo sucede en su país ("sounds like Norway...)". Insisto en que me parece un análisis muy interesante, y si bien no quiero ahorrar a nadie su lectura (aunque está en inglés, es bastante breve), sí que me permito entresacar algunas ideas (no todas)...
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